Desde que era pequeña me ha gustado leer historias de amor, ahora por fin me he atrevido yo a hacer una. Si tenéis alguna duda o queréis decirme algo sobre la historia dejar vuestro comentario abajo. Espero que os guste y gracias por la visita.

domingo, 18 de septiembre de 2011

capítulo 2

2.- Nuevo mundo
Desayuné en la terraza con el Sol ya en lo alto del cielo. En ese momento me entraron ganas de ver qué hora era asique giré mi brazo izquierdo para verla en mi nuevo reloj pero éste no estaba y entonces me acordé de que me lo había quitado después de cenar para no estropearlo mientras dormía.
Más tarde sobre las doce de la mañana fui a investigar un poco por los alrededores de la casa. Pasé por el maravilloso lago en el que unas horas más tarde tendría que bañarme con el hijo mimado de una pareja del pueblo. En ese momento tuve ganas de escaparme por la enorme alambrada que cerraba el recinto pero me contuve. Cuando acabé el recorrido por el lago me adentré en el bosque. Era una mezcla de pinos, sauces llorones y matorrales. No es que fuera muy bonito a simple vista pero a mí me resultaba muy acogedor.
Cuando estaba más o menos por el centro del bosque caí en la cuenta de ya debería ser tarde y debería regresar pero entonces vi una cueva entre dos enormes matorrales. Me extrañó mucho encontrármela en medio de un bosque y quise ir a ver a donde conducía. También me sorprendió mucho que a la entrada hubiera una antorcha y aunque estaba un poco aturdida por los sucesos de la noche anterior cogí la antorcha y me dispuse a ver a donde llegaba la cueva. Recé para que al final hubiera una salida de la finca de mi tía. Caminé durante aproximadamente quince minutos y no había ni una seña de la que cueva terminara hasta que vi una pequeña luz al final y aunque tengo que reconocer que tenía miedo me armé de valor y me dispuse a llegar al final.
Cuando por fin llegué a la salida vi un precioso paisaje: una casita entre dos árboles enormes rodeada por un jardín. Al fondo se veía un pequeño camino que conduciría a algún sitio. abía que no debía entrar pues eso me llevaría a invadir una propiedad privada pero al ver que la puerta estaba abierta y que no había nadie dentro no me pude aguantar las ganas. Me asomé a la ventana para comprobar si en verdad no había nadie dentro y así era. La casita estaba vacía. Me aproximé hacia la puerta y entré. Era una casita pequeña pero era una monada. Era de dos plantas. En la de abajo estaba el salón, el baño y la cocina y en el piso de arriba estaban dos habitaciones. Una de un matrimonio y otra individual asique supuse que los dueños de la casa serían una familia con un hijo. Cuando quise salir un chico me cerró la puerta y me hizo un montón de preguntas.
-¿Quién eres y qué haces aquí?- me preguntó justo cuando cerraba la puerta.
-Perdona-dije.-Pensé que casa estaba vacía y como no soy de aquí, lo siento.
-¿Qué no eres de aquí? ¿Y de dónde eres?- me dijo extrañado.
-Pues de la casa que está al otro lado de la cueva. Desde hace un día estoy viviendo allí con mi tía.- Entonces me di cuenta de lo guapo que era el chico. Tenía los ojos azules y a pesar de las ojeras que tenía eran preciosos. Su pelo era negro y su piel blanca. Nunca había visto a un chico con esas características.
-Pues ya estás marchándote de aquí, no tienes ningún derecho a entrar en una propiedad que no es tuya.-
-¿Y tú vives aquí?- pregunté por pura curiosidad.
-No pero un buen amigo mío, sí.-
-Ah vale. Entonces ya me voy perdona- dije avergonzadamente pero cuando estaba abriendo la puerta el me detuvo.
-¿Cómo dijiste que habías llegado aquí?-
-Por esa cueva que hay ahí al fondo.- contesté y él reaccionó mirándome extrañado.
-¿Y has estado alguna vez aquí?- Entonces me sorprendí al ver a un pastor alemán entrar por la puerta. Fui a abrazarlo y de repente escuché otra voz.
- Ya vale de tantas caricias que no soy una mascota- me di cuenta de que el animal hablaba y me sorprendí muchísimo.
-Por tu forma de actuar ahora supongo que es la primera vez que vienes- dijo el chico sonriendo.
Que sonrisa más bonita pensé para mí. ¿Cómo puede gustarme un chico si aún lo acabo de ver por primera vez? Pensé para mí y luego supuse que sería amor a primera vista.
-Sí, es la primera vez y me gustaría que me explicarais que está pasando aquí porque en mi mundo los animales no hablan.-
-Ni en el mío tampoco pero te aseguro que aquí todos los animales hablan y son bastante parlanchines en ese sentido- me dijo es chico.- Por cierto me llamo Álex, ¿y tú?-
-Yo me llamo Paula- dije rápidamente y luego continué.- Asique supongo que tu vienes también del mundo real ¿no?-
Entonces me habló otra vez el pastor alemán.- Nosotros también somos reales solo que no estamos en ‘’tu mundo’’ estamos en el nuestro y aquí vivimos perfectamente.-
-Y ¿cómo es esto posible? O sea lo de que los animales puedan hablar y eso.-
-Pues es una historia bastante larga- dijo Álex.-Si tienes tiempo… te la contaremos.-
Y de repente se me pasó por la cabeza mirar el reloj. Era la una y media, ya era tarde.
-Lo siento pero ahora mismo voy un poco justa con el tiempo. Me tengo que ir pero volveré. Solo tengo una pregunta más- me dirigí mirando a Álex.- ¿Tú vienes también del mundo del otro lado de la cueva?-
-Sí.- Dijo finalmente.
- Entonces ¿cómo conseguiste entrar en la cueva? Porque el recinto que la rodea es privado.
- Dijiste que solo era una pregunta, pero te la contestaré aunque no creo que haga falta porque sé lo que estás pensando ahora mismo y sí, me he colado por ahí.- dijo mirándome con aire divertido.- Bueno yo también me voy contigo que también es tarde para mí. Chao, Nico nos vemos luego.-
Me abrió gentilmente la puerta y me dejó pasar delante. Cuando estábamos a punto de salir de la cueva le pregunté:
- ¿Y cómo descubriste este lugar? -
- Por casualidad estaba paseando por los alrededores y la vi. Me extrañó que hubiera una cueva en medio de un bosque asique no puede aguantarme las ganas de entrar y ver que era.
- ¿Y qué hacías por este bosque? -
-¿Por qué me estás preguntando tantas cosas?- me preguntó saliendo ya de la cueva.
-Porque quiero ver qué clase de gente se cuela por aquí y si no quieres que se lo diga a mi tía es mejor que me contestes.- Me arrepentí de decir eso al ver la cara de payaso que puso.
-Díselo, no me importa.
Y se marchó corriendo hacía la alambrada. Trepó por ella y salió ileso lo cual me pareció extraño porque pensé que sería una alambrada eléctrica. Luego me dirigió otra sonrisa divertida y me gritó:
-Creo que nos volveremos a ver asique no te preocupes ya te lo explicaré todo con calma. Adiós, Paula.-
Y se marchó andando lentamente como si nada hubiera pasado. En ese momento estaba pensando que era un chulo y un idiota pero a la vez no podía quitarme de la cabeza lo guapo que me había parecido. Me odiaba a mí misma por fijarme en un chico tan idiota como él.
El camino de vuelta se me hizo eterno, más que nada porque no daba encontrado la salida del bosque. Cuando estaba caminando por el lago me puse a imaginar cómo sería el chico con el que tendría que pasar toda la tarde pero ninguna imagen se me venía a la cabeza. En una equina del lago había una roca alta y grande. Estaba demasiado cansada como para seguir andando hasta la casa porque aún quedaba un buen trozo de camino asique decidí sentarme en esa roca con cuidado para no caerme al lago pero tropecé y me caí justo en la parte más onda.
Cuando llegué a casa mi tía me vio mojada y me empezó a reñir.
-¿Cuándo conseguirás ser una señorita de verdad?- exclamó con ironía. – ¿Me puedes decir por qué estás mojada?-
-Es que me he caído al lago en un descuido- contesté tímidamente. – Lo siento.
-Pues venga vete rápido a cambiarte y ponte ya el bikini porque después de comer vendrá el hijo de la pareja tan encantadora de ayer- me gritó mi tía mientras subía a mi habitación.
Me puse el primer bikini que encontré, un short y una camiseta de tiras. No me preocupé mucho por mi aspecto asique cogí lo primero que vi. Solo deseaba que este día acabara para poder ir otra vez al mundo que hay detrás de aquella cueva que había visitado por la mañana. Me até el pelo con una de las gomas que vi en el cuarto de baño y me hice una coleta de caballo. Cuando acabé mi estómago empezó a rugir. Tenía hambre. Bajé rápidamente a comer, por suerte para mí había mi comida favorita. Espaguetis a la boloñesa tal y como me gustaban. Repetí dos veces y luego tomé el postre. Cuando acabé de comer mi tía me mandó que fuera a lavarme los dientes y que me pusiera otro peinado más bonito pues según ella la coleta de caballo no me favorecía. Como no tenía otra cosa que hacer, después de lavarme los dientes me puse dos coletas caídas una a cada lado. Luego, bajé por las escaleras sin ninguna prisa y me dirigí hacia el salón. Encendí la televisión y puse Aquí no hay quién viva pero de pronto sonó el timbre. Supuse que sería el chico mimado asique apagué la televisión y acompañé a mi tía a abrir la puerta. Cuando la abrió me llevé una gran sorpresa.

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